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«Reformas Democráticas: Los Partidos Y La Selección De Candidatos»

«Reformas democráticas: los partidos y la selección de candidatos»

Es una obviedad, pero hay que recordar que la democracia, el mejor sistema de convivencia que conocemos, necesita mejoras periódicamente. No es una etapa que, una vez instalada, ya funciona sola y para siempre. Es una bicicleta que requiere del esfuerzo de pedalear para mantener el equilibrio.

Vivir en democracia significa vivir en un país donde las personas, con independencia de sus circunstancias personales referidos a capacidad económica, nivel de instrucción, sexo, ubicación geográfica o estado civil, pueden votar y elegir, mediante el voto, las opciones políticas que hayan de gobernar el país. El voto individual, libre, secreto, periódico y con el mismo valor sea cual sea el status del ciudadano es el principal rasgo característico del sistema democrático.

Pero la democracia no es sólo un sistema de elección de los representantes políticos. La democracia es eso y mucho más. Es una cultura, una manera de concebir el funcionamiento de la sociedad y un conjunto de valores y de convicciones. Debe ser un sistema de delegación de poder desde la sociedad hacia las Instituciones, sin que la sociedad pierda en esta delegación el poder que es el origen de la democracia. El poder, la soberanía , no es de las instituciones, es de la sociedad expresada en todos y cada uno de sus miembros. El paso del tiempo, la rutina y la acumulación de inercias, pueden hacer que esta idea originaria de la soberanía popular pierda fuerza. La democracia, entonces, se debilita aunque conserve la arquitectura esencial del sistema: el voto y las instituciones elegidas democráticamente.

La desconfianza en «la política » es un fenómeno creciente en nuestra casa, es una evidencia. No deja de ser una paradoja que en momentos de grave crisis económica, cuando más necesitamos de la política y de la democracia para encontrar las soluciones más adecuadas, el desprestigio del sistema democrático crezca. Las razones de esta distancia entre ciudadanos e instituciones políticas son diversas y complejas. Hay algunas que están relacionadas con la crisis económica y con el modelo de globalización: el ciudadano exige soluciones a unos problemas financieros y económicos que el gobierno que ha elegido no es capaz de controlar. Crece así la conciencia de que las grandes decisiones se toman en lugares desconocidos, con total opacidad o al margen de las instituciones democráticas. La política democrática no tiene instrumentos para gestionar las ventajas de la globalización y controlar sus efectos perversos.

Otras, están relacionadas con la corrupción. Aunque los políticos que se dejan corromper son una minoría, el efecto del enriquecimiento ilícito, de las trampas o los artificios para favorecer intereses particulares que algunos pueden hacer, tolerar o proteger ocasionan un perjuicio enorme en el ánimo col colectivo. Más allá de los costos económicos de la corrupción (que están), lo que más preocupa es el daño moral que este hecho ocasiona. El «todos son iguales» tiene unos efectos letales en la percepción sobre el sistema democrático. Y, no podemos negarlo, la lentitud en la persecución y el castigo de los que se han aprovechado de su cargo público o de su influencia, no ayuda a recuperar la confianza.

Cuando esto ocurre, es momento de hacer reformas. Hay que pedalear, por vigorizar la democracia, para limpiarla de polvo acumulado y para restablecer la agilidad y la fortaleza de sus instrumentos. Por eso creo que hay que poner en marcha una agenda de reformas democráticas que permitan recuperar el prestigio de nuestras instituciones, que faciliten la participación de los ciudadanos en la vida política y aseguren que la defensa y protección de los intereses generales , del «bien común » y de la justicia sea el norte que guíe el trabajo de todo responsable público .

La primera de estas reformas debe afectar el funcionamiento de los partidos políticos. Digámoslo claro: no hay democracia sin partidos políticos que canalicen las aspiraciones y los anhelos de los diferentes sectores sociales. La democracia es, por definición, pluralidad. Confrontación de proyectos y búsqueda de soluciones de equilibrio entre las diversas opciones. La democracia nunca es el todo o nada. Es más bien un conjunto de tonalidades que la confrontación entre el negro o el blanco .

Es necesaria, ahora, una mejor regulación de las organizaciones políticas. Los partidos, tal como fueron concebidos desde la lucha contra la dictadura y en el período de transición democrática, necesitan ponerse al día. Deben ser más abiertos, más «públicos», … y también más solventes y rigurosos en su trabajo diario. Es necesaria una nueva norma que garantice la pluralidad interna, la transparencia en su gestión, una financiación claras y un procedimiento democrático en la selección de sus liderazgos. A este último aspecto quiero referirme especialmente.

Una de las principales misiones de las organizaciones políticas es la selección de candidatos a las diferentes contiendas electorales. Curiosamente coinciden estos días dos maneras de concebir el procedimiento para la selección de candidatos: mientras El Partit dels Socialistes de Catalunya está abriendo un camino con las primarias abiertas, de modo que el candidato o candidata de este partido a la alcaldía de Barcelona será decidido con el voto de los afiliados, los simpatizantes y los ciudadanos que se inscriban para votar , el PP ha dejado claro que la decisión sobre su candidato a las elecciones europeas no pertenece a un cuerpo electoral amplio, ni siquiera al órgano de dirección del partido. No, la decisión recae exclusivamente en el líder, en el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy.

Alguien puede decir que el PSC, que atraviesa una situación de dificultad evidente, hace de la necesidad virtud. Pero es indiscutible que las primarias abiertas constituyen una buena propuesta democrática, ambiciosa y valiente. Por supuesto que este sistema de selección de candidatos tiene inconvenientes. Lo más llamativo es el riesgo de que algunos adversarios políticos utilicen este procedimiento para acondicionar la trayectoria de una opción política que no es la suya. Sería , ciertamente , una perversión del sistema. Sin embargo, las ventajas superan los inconvenientes. Con las primarias abiertas el partido expresa su pluralidad interna y se obliga a sí mismo a escuchar la opinión de sus electores. Es un antídoto contra la endogamia que debe permitir que el partido gane en capilaridad y en transparencia.

Ahora bien, debemos tener presente que una reforma que afecta al funcionamiento de los partidos políticos ya algo tan sensible como la selección de los candidatos no puede concernir sólo una organización política. Este es uno de los aspectos que la reforma de la legislación sobre los partidos ha de prever. La nueva ley debería establecer, para la selección de los principales candidatos de todas las formaciones políticas , un mecanismo de primarias que pueda utilizar el censo electoral y cuente con el apoyo y control de la autoridad electoral.

El PSC abre el camino. Espero que, sea cual sea el candidato o candidata que resulte elegido, las primarias sean percibidas por los ciudadanos como un éxito democrático. Y que de este éxito se desprenda la necesidad de esta agenda de reformas democráticas que necesitamos.

José Montilla, 02/20/2014

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