
Palabras del president durante la entraga de las Medallas y Placas president Macià
Este galardón, como sabemos, nació hace más de setenta años, en 1938, para honorar la figura del President Macià, reconociendo trabajadores, emprendedores, empresas, cooperativas o sociedades que hubieran hecho una aportación remarcable al progreso económico de Catalunya.
Las medallas y placas Francesc Macià se recuperaron en 1981, y desde entonces se han seguido concediendo puntualmente.
Creo que en el espíritu inicial, con este galardón no se pretendía solo honorar Francesc Macià por su coraje político -que fue extraordinario en todo momento, y que a menudo invoco como referente de mi compromiso personal con la institución de la Generalitat.
Creo que, además, esta distinción lleva su nombre porque el President Macià se sentía verdaderamente comprometido con los valores del trabajo y de la formación de la ciudadanía como camino hacia el progreso.
El President Macià sabía perfectamente que una de las cualidades que nos definen, colectivamente, es la laboriosidad: somos un pueblo trabajador.
Y reconocer nuevamente esto es lo que nos convoca hoy.
Estos últimos años hemos tenido ocasión de distinguir el trabajo de gente muy diversa: profesionales, artesanos, emprendedores, … empresas y agrupaciones de trabajadores todos ellos merecedores del galardón, por su esfuerzo, por su atrevimiento, por su tenacidad, por su persistencia, por haber hecho una pequeña o una gran contribución a la evolución de nuestra sociedad, al progreso de Catalunya.
Unos y otros han acreditado sus méritos con una implicación personal y directa, con sus experiencias,..
con sus éxitos y, por qué no? también con algunos fracasos: Ya saben que se dice que un contratiempo -o un fracaso-, del cual tenemos plena conciencia, nos abre más los ojos de cara al futuro que un éxito fácil pero que no lo sepamos explicar…
Vivimos, desde hace un tiempo, una etapa difícil. Estos últimos años nuestra economía y nuestra sociedad han hecho un giro radical. Hemos pasado de una época de crecimiento elevado, de un tiempo de vacas gordas, en un periodo de crisis como el que estamos atravesando.
Muchos trabajadores, muchas familias, muchas pequeñas y medianas empresas de Catalunya están sufriendo las consecuencias directamente. Y toda la sociedad catalana se ha visto afectada con mayor o menor intensidad.
Estos últimos días, a pesar de la persistencia de los datos negativos sobre ocupación, hemos podido apreciar algunos signos esperanzadores que permiten augurar un cambio positivo de tendencia.
Ya hace tres meses que en nuestra casa aumentan los datos de afiliación a la seguridad social y abril ha sido el primer mes en el que el paro registrado ha tenido una bajada clara.
Son señales positivas para la economía y buenas noticias por aquellas personas que se han podido reincorporar al mercado de trabajo.
Tenemos motivos para pensar que esta tendencia positiva se mantendrá los próximos meses de la primavera, pero esto no nos ha de parar y debemos continuar trabajando con todas nuestras fuerzas para dejar atrás la crisis económica, que es en este momento la mayor preocupación de los ciudadanos.
Nuestro mercado de trabajo se empieza a recuperar. Poco a poco, es cierto.
Pero debemos tener confianza en el efecto del conjunto de medidas que se han tomado y se van tomando, desde hace tiempo. Y, lo más importante, debemos tener confianza en nosotros mismos.
Porque en épocas de dificultades, la pérdida de la autoconfianza es lo peor enemigo.
Yo he sido siempre crítico con quienes no querían reconocer la gravedad de la situación.
Porque, ser realista y hablar en plata a la sociedad, es una obligación del gobernante que se quiera hacer merecedor del respecto de sus conciudadanos.
Pero, del mismo modo, soy sumamente crítico con quienes parecen esperar, desde la oposición, que las cosas vayan cada día peor.
No concibo nada más antipatriótico ni falto de respeto hacia la sociedad, que la actitud de aquellos que, desde la política, parecen alegrarse del deterioro del clima social, cuando afecta claramente sus conciudadanos.
Quienes hacen esto, no se merecen el respecto de la sociedad a la que dicen querer servir. Porque en momentos delicados y difíciles, -y Catalunya está atravesando uno que lo es- todo el mundo ha de poner de su parte, todo el mundo debe echar una mano…
Es aquí donde se demuestra el aprecio al país, más que en grandes proclamas.
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Miren, una de las lecciones que habremos sacado de la crisis habrá sido la de volver a valorar, como nunca, la calidad del trabajo, el trabajo muy hecho, el esfuerzo, la busca de la excelencia, aunque no sea marcada por el éxito instantáneo o por la seducción de hipotéticas ganancias astronómicas.
Tenemos un capital humano que hay que saber aprovechar. No podemos ignorarlo, lo debemos poner al servicio de la transformación de nuestro país.
Habría que volver a apostar -como lo estamos haciendo- por la economía productiva, la que crea puestos de trabajo, la que se arraiga en el territorio, la que deja huella. Es esta la que nos ayudará a salir adelante.
Del mismo modo que tampoco podríamos avanzar sin una fuerza de trabajo calificada. Hay que apostar por la formación.
Trabajadores y trabajadoras muy formados, personas cualificadas, buenas y buenos profesionales quiere decir personas con más libertad, con más dignidad en su trabajo, y evidentemente, con más motivación para hacerla.
Convicción y compromiso conforman el común denominador de todos ustedes.
Todas y todos han actuado convencidos de lo que querían comprometidos con un objetivo, personal o colectivo.
Ustedes han demostrado que la competencia no nos tiene que dar miedo.
Que debemos tener coraje y aventurarnos en campos o mercados donde otros no habían llegado antes.
Que el mundo avanza para quienes luchan para hacer realidad una idea y para quienes luchan en defensa de unos ideales.
Y que para hacer avanzar el país no hace falta , siempre, estar al frente de una empresa.
Que a veces quiere decir formar parte de un colectivo sin dejar de luchar por aquello que es justo.
Que en un mundo global y complejo como el actual, más allá de los gobiernos, son finalmente las personas, las empresas y las entidades las que levantan proyectos gracias a su espíritu emprendedor, a su esfuerzo.
Esfuerzo, ingenio, valor, éxito o fracaso, en todo y desde todo para todas partes: desde aquí hasta el oriente, desde el campo y las ciudades, desde las universidades y las bibliotecas, de las fábricas y las pasarelas de moda, desde los despachos y ante los fogones,…liderando equipos y formando parte. Haciéndose admirar y haciéndose respetar.
A todos les une la convicción y el compromiso. Estos son los rasgos que, al final, los hacen merecedores y merecedoras de la distinción que lleva el nombre de nuestro estimado President Macià.
Cada cual en el lugar que ha elegido, que le ha correspondido, o desde el lugar donde ha llegado. Unos de manera muy visible.
Otros en posiciones más discretas. Unos por su singularidad personal. Otros haciendo su aportación a una fuerza colectiva.
Por lo tanto, pues, muchas felicidades y muchas gracias. Gracias por haber hecho méritos más que suficientes para pasar a formar parte de esta nómina de ciudadanos y ciudadanas distinguidos de Catalunya, que nos animan a mejorar, que son ejemplo y referente para todos.
Cómo decía el President Macià, «en vuestras manos está puesta la grandeza de Catalunya».
Gracias.