
Ahora, ¡actuemos todos juntos!
En esta gravísima crisis todos hemos vivido episodios de escepticismo. Desde las primeras noticias de China, muchísimas personas han percibido la epidemia como un peligro tan lejano como la misma China. Y no, ni era tan lejana la epidemia ni eran infundadas las primeras voces de alarma. Ahora ya lo sabemos. Especialmente después de su eclosión en la vecina Italia, tan próxima geográfica y culturalmente nosotros. Ahora ya está en casa.
Lo que nos está pasando es algo nuevo, desconocido para nuestras generaciones. Sí, ha habido otras epidemias y problemas graves de salud pública en muchos rincones del mundo. Pero o estaban lejos o los riesgos muy acotados. Ahora no. Está aquí, en casa. Y los riesgos son enormes. Nunca habíamos imaginado una crisis que comportara tanta alteración en la vida cotidiana y el funcionamiento del país, en todos sus ámbitos.
Nadie podía preverlo ni nadie tiene la solución fácil e inmediata. Nuestra civilización ha acumulado suficiente conocimiento científico y técnico como para poder hacer frente a la crisis. Habrá tratamientos y vacunas. Seguro. Pero estos tratamientos para evitar la propagación del virus, su curación y su erradicación no estarán disponibles de forma inmediata. Y mientras no los tengamos, debemos hacer lo imposible para reducir la propagación de la epidemia.
Este es el propósito de las autoridades sanitarias en todo el mundo. En España, el gobierno (como el conjunto de las administraciones públicas), ha actuado y creo que lo ha hecho – lo está haciendo – con acierto. Naturalmente que hay críticas y que habrá voces que dirán que debían haberse tomado decisiones antes o que las medidas son insuficientes en este o en aquel otro aspecto. Por supuesto que puede haber insuficiencias y errores. Pero mi impresión es que el gobierno de España, su presidente y el conjunto de sus miembros, están a la altura. El reto que tiene por delante es actuar con contundencia, sí, pero también generando confianza con las medidas a desarrollar y la política informativa.
Como ya se ha insistido lo suficiente, la crisis no es estática y la respuesta de las administraciones públicas debe evolucionar en paralelo a la evolución de la epidemia. Por eso es tan importante la transparencia informativa y la actitud de serenidad y credibilidad que deben transmitir los responsables públicos y, en particular, las autoridades sanitarias.
Las administraciones públicas – a todos los niveles – están actuando con responsabilidad. Ahora no es momento de hacer política con esta crisis. Cuando la hayamos superada se podrán evaluar las decisiones tomadas y el comportamiento de cada uno. Ahora no. Ahora lo que hace falta es cooperar, cerrar filas con el gobierno que es quien debe liderar esta lucha. Cuando el barco está en rumbo de colisión hay que hacer caso al que lleva el timón.
Lo primero que debemos hacer, todos, es hacer caso a las indicaciones de las autoridades. Esto que está pasando no es una broma. Estamos viendo restringidos de forma muy drástica nuestros hábitos y nuestra forma de vida. Y la respuesta no puede ser otra que la responsabilidad individual. Hagamos caso a lo que nos dicen los que tienen que tomar decisiones. Ya no es posible mirar la crisis con escepticismo. Ahora necesitamos disciplina y confianza.
Sufriremos. Muchas personas enfermarán y no lo podrán superar. Otras necesitarán hospitalización. La mayoría lo superarán. Afortunadamente tenemos un buen sistema sanitario, a pesar de las secuelas de los recortes sufridos por la crisis anterior. Y unos profesionales de la sanidad que se están dejando la piel y que merecen, sin duda, nuestro reconocimiento.
Y hay que ser conscientes, igualmente, que las consecuencias de esta epidemia no serán sólo sanitarias. Cuando hayamos conseguido superarla tendremos una economía destrozada. Muchas pequeñas y medianas empresas, muchos autónomos, no tendrán capacidad financiera para resistir.
Por eso es importante adoptar medidas en el campo de la salud pública, pero también en el ámbito económico, y hacerlo en el corto y en el medio plazo. Habrá que hacer frente a un incremento extraordinario del paro, a una caída de los ingresos tributarios y, en general, a una caída de la actividad económica … Por eso, la salida de esta crisis requerirá – de todos los niveles de gobierno – políticas públicas mucho más ambiciosas que las adoptadas durante la crisis iniciada en 2008 y mucha, mucha, solidaridad interna en nuestras sociedades.
Estas medidas económicas necesitan que la Unión Europea reaccione también con más contundencia. Europa necesita disponer de una estrategia común para gestionar esta crisis y sus consecuencias, y eso quiere decir presupuesto adecuado, medidas financieras del BCE, mayor capacidad inversora del BEI y mayor conciencia de los objetivos compartidos: el objetivo es salvar el conjunto de Europa, no sólo a los que tengan una posición más estable. Es el modelo de sociedad europea lo que está en juego. Si no se hace así, es Europa quien se pone en peligro.
Un último mensaje: nuestro principal enemigo es el miedo. El miedo es una reacción lógica ante un fenómeno desconocido. El mejor antídoto contra el miedo es que quien lleva el timón ofrezca transparencia, fiabilidad, serenidad y confianza.
José Montilla
17/03/2020